Cultura

Mosaico (Literatura Brasileña Contemporánea): ¿Querés ser Tadeu Sarmento?

Por Agustín Arosteguy (Desde Brasil)

Género: novela, páginas: 226, editorial: CEPE, año: 2015.

Mundos paralelos en la literatura hay muchos. Esto hace que cada vez más los seres humanos se parezcan más entre sí. En la Asociación Robert Walser para sosias anónimos (CEPE, 2015), la duplicación, la clonación, la imitación están a la orden del día. En esta gran novela (no tanto por el tamaño sino por la elocuencia), Tadeu Sarmento despliega todo su arsenal inventivo y lleva hasta el paroxismo de la superposición. Por momentos paraba la lectura y pensaba en una especie de Guerra de las Galaxias: el Imperio de los seres anónimos atacando y contraatacando el mundo de los humanos.

La novela discurre entre la gran dificultad que posee el ser humano en mantenerse anónimo y más aún en esta contemporaneidad en donde vale más la imagen virtual que la real. En este sentido, tiene más peso la construcción de un perfil en el Facebook que en la vida real. Es aquí que el libro de Tadeu sorprende y te sacude la cabeza. Es aquí que Tadeu en lugar de ficcionalizar la realidad, busca volver real la ficción. Porque ya no alcanza distinguir lo real de lo virtual. Lo virtual devoró la realidad de un forma atroz y ahora el ser humano debe hacer pie de la manera que pueda, sin salvavidas, sin chalecos antibalas, tan solo camuflándose (los más suertudos) en sus sosias.

En un ida y vuelta por email, Tadeu me respondió a las siguientes preguntas:

-La novela está llena de capas perfectamente encajadas, un grupo de personajes maravillosamente orquestado y situaciones que se intercalan manteniendo al lector en la punta de la silla. ¿Cómo llegaste a esa estructura?

-Esa es una estructura típica de novela policial. Aprendí leyendo Raymond Chandler, Rodolfo Walsh. Con Chandler aprendí a mantener la tensión de la narrativa hasta el fin. Con Walsh, la lógica inglesa del rompecabezas. Mi principal preocupación con la Asociación era: ¿de qué modo mantener la atención del lector hasta el fin, a pesar de las referencias literarias y filosóficas que atraviesan el libro? La salida fue usar el sentido de humor y esas técnicas de historias de detective. Quise escribir un libro erudito, pero leve. Me parece que lo conseguí. Quise probar para mí mismo que era capaz de escribir algo como Vila-Matas, como el inigualable “Não há nada lá” (No hay nada allá), de Joca Reiners Terron. Me parece que llegué cerca. Pero percibo, en el caso de Joca Terron, una guiñada posterior de su literatura en dirección al lector común, sin que para eso haya tenido que sacrificar la inventiva de su escrita. Es esa guiñada que busco ahora. No quiero ser un escritor para lectores especializados (escritores o críticos literarios). Quiero ser de esos escritores que se leen en los aeropuertos.

-¿Cómo vos definirías tu novela? Yo a veces la sentí como una pantomima o un simulacro literario, ya que de alguna forma en ella está tu visión del mundo literario brasileño actual. ¿Cuál es tu opinión?

-Concuerdo: es tanto una pantomima como un simulacro. Adriane Garcia llegó a señalar elementos de comedia y del teatro del absurdo. La verdad, es que no podría escribir una novela que colocase en jaque la cuestión de la identidad, sin colocar en jaque también la cuestión de la autoría, o de la relación entre fama y anonimato, ficción y realidad, historia e imaginación. Pero el disparador para la idea de la novela surgió de un hecho prosaico: conocí, en 2012, un amigo en el trabajo que era un sosia anónimo de Mark Chapman. El ni siquiera sabía de eso hasta que yo se lo revelé. Tuve que alertarlo, puesto que él estaba tramitando el visto para visitar los Estados Unidos. Si él colocaba un pie allá, podría ser asesinado por algún beatlemaníaco paranoico que creyese que Chapman había salido de la cárcel.

-Una curiosidad. ¿Por qué el narrador no tiene nombre? ¿El narrador sos vos, quiero decir, un vos literario?

-Sí. Es un recurso que me gusta mucho. Mi nueva novela, “E se Deus for um de nos?” (Y si Dios fuese uno de nosotros?), también hay un narrador sin nombre. Estoy contento con el resultado, porque es una novela totalmente diferente a Asociación. Es una historia de ciencia ficción, envolviendo un asesino en serie de pelirrojas vírgenes y el Ejército Republicano Irlandés. En verdad, no pretendo escribir otro libro como el anterior. Me gusta mucho, pero el metalenguaje, las referencias literarias, exigen un tipo de lector más especializado. Ahora quiero escribir para el lector común. Mientras que ellos aún existan.

-Barthes anunció la muerte del autor, y además sentenció: “La muerte del autor es el nacimiento del lector”. Pero paradójicamente parece que está más vivo y vanidoso que nunca. ¿Cuál es tu opinión sobre el autor contemporáneo?

-Creo que Barthes se refirió al hecho de que para que el fenómeno literario ocurra, tanto el lector como el escritor deben estar inclinados sobre la misma página, pero en horarios diferentes. Entendido eso, podemos estirar la broma hasta una polémica: de hecho el autor contemporáneo murió, pero en su lugar no nació ningún lector. Es bien impopular eso que voy a decir, pero lo digo igual: en un mundo solo de escritores, el escritor no existe. Punto. Hoy existe esa exaltación, esa idea de que todo el mundo escribe, de que todos los criterios de juzgamiento de un texto literario dieron por tierra. Actualmente, imagina solo, no se puede siquiera ironizar los errores gramaticales de alguien sin que el silbato del guardia de lo políticamente correcto sople en tu oído, avisando que vos incurriste en “prejuicio lingüístico”. La cuestión es que todos sólo pueden escribir en detrimento de todos, en vista de la desaparición de todos. “Todo el mundo” es uno de los sinónimos para “nadie”. Esto está tanto en Darwin como en Marx y en Paulo de Tarso. La cosa solo empeora en países con niveles bajísimos de educación, como es el caso de Brasil. Dicho esto, solo hay dos caminos: o el escritor asume el discurso de la derrota y procura mejorar al margen del barullo de la feria, o el escritor se torna un bobo de la corte de las masas, rebajando el nivel de su escritura con la intención de conseguir más resonancia. El último modelo es el más común, de modo que tenemos a disposición un grupo de escritores que procuran audiencias con un techo cada vez más bajo, para mantener la ilusión de que son grandes escritores. Y esas audiencias existen. Son los primeros frutos de la aprobación escolar automática, en donde los profesores fingen que enseñan, los alumnos fingen que aprenden y, al final, todos se forman y van para casa felices, sonrientes y analfabetos funcionales. Para nuestra inmensa tristeza, catorce años de gobierno de izquierda no sólo no resolvieron ese cuadro de indigencia mental, sino que lo empeoró considerablemente.

-Si vos pudieses elegir ser un sosia de alguien, ¿de quién serías?

-Querría ser sosia de Philip K. Dick. Hay personas que dicen que hasta lo soy.

¿Quién es?

Tadeu Sarmento (Recife, 1977) es un escritor de los libros Breves fraturas portáteis (Fina-Flor Editora, 2005) y Paisagem com ideias fixas (Bartlebee, 2012). Ganó el III Premio Pernambuco de Literatura con la novela Asociación Robert Walser para sosias anónimos (CEPE, 2015).

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